CUANDO LAS MUJERES NOS VOLVIMOS PUTAS

Reina de su propio campo minado, ganado a lucha de mano arada, de versos y de besos, y en espera de días soleados.  Sin atributos de opinión ni decisión, pero "el cargo lo amerita", -piensa.  Hipotecada ladrillo a ladrillo en un amor que un día decidió firmar y que cree convencida que le trae sin duda la recompensa, -a cuenta gotas-, ¡pero qué tanto ha de ser una inversión a largo plazo!.  

Propietaria de unos sueños que parió bajo cesárea y con  esperanza de cielo azul, los instrumentos de su orquesta, el mejor proyecto que sin duda le hará resistir los puños cerrados. 

Emperatriz de cristales rotos, tirada a la lona perdiendo sus dientes en el intento de sonreirle de frente a la ironía de un violento amor,  sigue amarrando con cintas de su telar sus clavículas rotas y su vientre maltrecho, mientras decide como reinventar su voz.

Vaya que es hermosa!.  Ahora cobra sentido su impúdica presencia y como reta con su puño en alto a quien la silencia.  En sus luchas no ha disimulado ni sus caderas, ni su boca; conoce bien el sabor de la libertad que brinda reclamar a grito herido la gloria que se ha ganado. 

Toma las riendas y aclara su voz, muerta no está. Y no posee vergüenzas, excepto la de tomar a destiempo lo que el tiempo no le ha dado;  por todo lo demás no se pregunta, -no le interesa- en que momento el ser libre, ser chola, ser india, ser blanca, ser negra, ser auténtica, ser líder, uterina ó no, ser lesbiana ó hetero,  la convirtió en  "ESA PUTA!". 


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